sábado, 30 de junio de 2007

Discurso Graduación 2006

Autoridades, profesores, compañeros, familiares y amigos:

Hoy, exactamente 1845 días después de comenzar este recorrido, hemos llegado al final del camino. Hoy, hemos alcanzado una meta. Como todo rito de transición, miramos este día esperanzados de que será el inicio de una etapa distinta en nuestras vidas, novedosa, gratificante y fructífera. Pero más allá de la importancia de esta ceremonia, quisiera invitarlos, por unos momentos, a olvidarnos del final del camino y recordar la senda que hemos tomado como personas y estudiantes.

Miremos al pasado. Más de alguno recordará cuando nuestro primer día de clases, nos reunieron a todos los alumnos nuevos en este mismo auditorio. En ese entonces, se encontraba en su obra gruesa, y nosotros, sentados sobre el confortable cemento. Ese día, el rector nos invitó a “construir” juntos esta Universidad. Nosotros estábamos, también, en la obra gruesa de lo que sería nuestra formación profesional. La Escuela de Psicología, por su parte, acogía a sus primeros alumnos.


Mirando en perspectiva, puedo decir que ha sido un recorrido con altos y bajos, alegrías y frustraciones. Un recorrido que ha implicado voluntad, trabajo, dedicación y desvelos. El poder graduarse hoy ha sido fruto de una larga y ardua labor, de haber aprobado cerca de 60 ramos, algo así como 150 pruebas y exámenes, 90 ensayos de los más diversos temas, quizás quinientos controles de lectura, unos 35 marcos teóricos y quién sabe cuantas animadas conversaciones con profesores para “subir algún puntito”.


Pero este camino no puede resumirse en simples datos duros. La riqueza no está ahí, sino que quizás igual de importante que aquello que hemos aprendido en las aulas, es lo que hemos logrado adquirir fuera de ellas. Las interminables conversaciones en el casino, las discusiones durante las horas de estudio y las reflexiones que hemos podido forjar a partir de ellas, e incluso el compartir un buen carrete con los amigos. No me cabe duda que el tesoro y la alegría de compartir el día a día con los compañeros será lo que más extrañaremos de esta etapa de nuestras vidas.


Es también la oportunidad de agradecer a nuestro decano, Sr. Jorge Sanhueza, por su dedicación y compromiso; a profesores, por compartir sin miramientos todos sus conocimientos, y por cierto, a todos aquellos que de una u otra manera colaboraron en nuestra formación.


De vuelta al presente. Hoy nos titulamos parte de la primera generación de Psicólogos de esta Universidad, generación que incluye, por cierto no sólo a los que salimos hoy, sino que también a todos aquellos que se encuentran en los albores de la titulación. Ser los primeros implica, sin dudas, un tremendo privilegio. Pero como todo privilegio, el ser los primeros acreditados como psicólogos de una universidad tan prestigiosa como ésta, lleva de la mano un alto grado de responsabilidad. Una responsabilidad que va más allá de nuestros propios intereses, más allá de nuestro personal y genuino interés por ser buenos profesionales y por seguir desarrollándonos.


Nuestra responsabilidad incluye también el desempeñarnos exitosamente en cualquier campo en el que nos desenvolvamos, teniendo siempre en mente y acción lo que hemos adquirido en estos 5 años, pues somos los encargados de preparar el futuro de ulteriores generaciones y, por cierto, de la creciente Escuela. El destino nos ha puesto aquí, como semillas que darán cosechas futuras, y creo que tenemos la obligación de responder a esa expectativa, basados en el sello que nuestro paso por esta Escuela nos ha otorgado.


El sello del que hablo es de profesionales que intentan entregar soluciones prácticas a las problemáticas del ser humano de forma efectiva, metódica y considerada, cualquiera sea el campo de desempeño. De profesionales emprendedores y proactivos, que se plantean metas desafiantes, buscando equilibrar lo humano con lo técnico, poniéndose por completo al servicio de las necesidades de pacientes y organizaciones, efectuando contribuciones prácticas y realistas, en un marco de transparencia, honestidad y ética profesional. Debemos ser psicólogos que faciliten los procesos, favoreciendo y propiciando el alto desempeño laboral y buscando potenciar las capacidades de cada persona.


El sello UAI, no obstante, también debe tener otro cariz. Cada día más, el mundo nos muestra que los profesionales con un alto grado de efectividad no son aquellos que sólo poseen las competencias técnicas necesarias para desempeñarse adecuadamente, sino que aquellas que además, poseen las competencias relacionales y de sí mismo que lo hacen diferenciarse del resto. Aquellos que poseen autoconocimiento, que pueden mirarse desde fuera, en perspectiva, que son capaces de empatizar, de mirar al otro como un igual en su dignidad, respetar las individualidades y conjugar las propias expectativas de vida con las del otro. En definitiva, y tal como le leí alguna vez a un amigo, aquel que es exitoso en su profesión, es aquél que no la ve como una oportunidad para obtener, sino que para dar, no desde la ingenuidad de "darse" para el éxito de otros, y aquí cito textual, “sino como íntima convicción derivada de la visión personal e inefable del sentido de la vida”.


Estimados colegas, ¿qué podemos decir del futuro? Los invito a mirar el futuro con el optimismo que tienen aquellos que confían en sus capacidades y a sabiendas de que al recibir nuestro título tras meritoria labor, no hemos alcanzado la meta final ni han concluido nuestros estudios y desvelos, pues es ley que en las cosas de la vida no se llega jamás a un final, cada etapa prepara otra nueva y detenerse es agonizar. Al concedernos el diploma que acredita competencia, otorga derechos y da deberes, se nos confieren obligaciones y responsabilidades que debemos asumir con valentía y arrojo. Esas obligaciones y responsabilidades son muy amplias. Responsabilidad con nuestro propio desarrollo profesional, con nuestra familia, con nuestros amigos, con nuestros futuros colegas, con la sociedad en la que vivimos.


Estoy seguro que el futuro les deparará felicidades y éxitos profesionales y personales. Ya han pasado cinco años desde que los conozco y estoy feliz de haberme encontrado con gente tan hermosa y tan distinta, estoy orgulloso porque sé que mis compañeros y compañeras serán excelentes profesionales, y estoy tranquilo porque confío en que cada uno de ustedes velará por que todos los que los rodean, tengan una vida mejor. Les deseo la mayor de las fuerzas y todos los éxitos.


Muchas gracias.

Juan Pablo Gevert

2 comentarios:

Unknown dijo...

Juan Pablo, creo que en su momento te dí las gracias, pero creo que es importante hacerlo más explicito. Me senti muy identificada y emocionada con tus palabras, representaste muy bien nuestro sentimiento al finalazar una de las etapas más importantes de nuestras vidas, muchas gracias....
Paulina Moyano R

Juan Pablo Gevert dijo...

Pauli,

muchas gracias! Para mí también fue muy importante la responsabilidad de hablar por todos ustedes, y me alegra mucho que te hayan representado!!

Un besote